7/06/2006

¡Odio a Mamma mía!

Siempre que un pueblo conquista a otro, lo primero que impone para legitimar su autoridad es su lengua. Alejandro Magno lo tenía tan claro, que por ello implantó el griego como lengua oficial de su imperio. Los pueblos vencidos no lo hablaban con toda la propiedad de los clásicos, sino que fueron creando una modalidad popular que se llamaría koiné o común, una especie de espanglesh actual. Con la lengua se introducía realmente toda una cultura, con sus esquemas de pensamiento, ideales, mitos y formas de vida.















Los imperios actuales... Está bien, corrijo, el actual imperio gringo ha hecho lo suyo al tratar de imponer su lengua en todo el mundo. Dijéramos que sólo es eso, un idioma y ya, pero no. Resulta que es LA LENGUA, o sea, la forma de expresarse por antonomasia. Ya no importa saber la lengua madre y expresarse con sus ricos giros y vocablos. No. Ahora es casi de incultos ser monolingüe. Una persona "preparada" (cuando oigo eso me suena a receta de cocina: "Persona preparada para freír o para cocerse") es aquella que ha invertido su tiempo y su dinero en aprender más de un idioma, de preferencia el inglés. Tiene acceso a los puestos más altos de trabajo y puede, por ende, ser más feliz. Vaya, entonces los políglotas son las personas más felices de este mundo y por trabajo no se quejan.
Por todos lados nos ha invadido la lengua del imperio, desde el lenguaje de computación, hasta los adjetivos que nos califican. Incluso las conversaciones cotidianas no están completas si no se incluye en ellas un término en inglés. Unos amigos suelen introducir cada vez que pueden frases completas en esa lengua, que no se toman la molestia de traducir. Uno llega a sentirse tonto porque no entiende lo que dicen los otros. En una ocasión, en una fiesta gay, dos agradables viboritas, uno a cada lado mío, comenzaron a hablar en inglés cuando no desearon que yo entendiera lo que decían. Su risa burlona, esa que sí se entiende en cualquier idioma, me hizo creer que se estaban mofando de mí.
En otra ocasión, fui con mi novio y sus amigos a ver el musical "Mamma mía" en el Auditorio Nacional. La experiencia fue horrenda. Los organizadores confiaron en que todos los espectadores entenderían los diálogos y las canciones en su idioma original y no se preocuparon por colocar subtítulos en las famosas pantallitas que uno aprecia cuando asiste a la ópera, por ejemplo. Medio mundo se reía no sé de qué y aplaudía las ingeniosas frases. Me sentía tan incómodo que decidí salir de ahí. Lo consideré una falta de respeto, porque pagué un boleto por ver un espectáculo que no entendía, ni siquiera porque la magia de la música se entiende allende las fronteras del idioma. A otro perro con ese hueso.
Es penoso ver que la gente está olvidando su propia sintaxis, si es que la conocía, por la extranjera. Varias veces he visto a mis amigos buscando una palabra castellana que traduzca el término que acaban de pronunciar en inglés. Y suele pasar que no la encuentran. O sea, se van olvidando de la primera lengua que aprendieron y la sustituyen por la segunda. Ellos van por la vida con mentalidad inglesa (mal) expresada con palabras en español. ¿Desprecian tanto el español y el lugar histórico que ocupa en sus vidas, que necesitan manifestar su yo en la lengua dominante? ¿Es tan apremiante su necesidad de mostrarse conocedores e informados -que no cultos-, que no pueden expresar la más mínima idea si no lo hacen en inglés? Un bloguero no pudo resistirse a la tentación de contestar en ese idioma un post de mi novio. Pudo ser interesante leerlo, pero él mismo puso la barrera ideológica.
¿Por qué no usar el conocimiento de los idiomas, que no deja de ser útil, precisamente para eso, para socializar el saber? ¿Por qué tiene que ser un instrumento de enaltecimiento social o de exclusión? ¿Por qué, en el mundo globalizado, una lengua tiene que imponerse por encima de las clásicas, las maternas y las ancestrales?

3 Comments:

Blogger 翼のおれたエンジェル said...

SANTO CIELO (Tu sabes que soy ateo, así que es solo una expresión).

Espero que el exabrupto no se haya desarrollado en alguna reunión aquí en la casa, me daría mucha pena pues la posibilidad es altísima considerando que soy profe de inglés y que a veces aquí también vienen profes de inglés, al parecer trabajando horas extras, jejejeje.

Por lo demás, soy el primero en confesar que a veces utilizo frases en otras lenguas, pero es que es taaaan divertido. Me gusta jugar con las palabras, y siempre que hay alguien que habla otro idioma me gusta aventarme al ruedo (en una fiestecilla alguien se puso a hablar conmigo en portugués porque quería que el novio, ahí presente, se convirtiera en ex-novio... y le resultó).

Soy culpable. He caído en el abuso y a veces castigo a mis alumnos si hablan en español en clase; pero no quiero que se me malinterprete. ADORO mi idioma. Es parte de mi identidad y por eso juego con él, a veces hablando sin un solo error, y a veces utilizando acentos exóticos, con pinceladas de expresiones venidas de la extrangia.

Bueno, me he extendido tanto solo para decirte que estoy de acuerdo contigo en que es de pésimo gusto asumir que todo mundo está familiarizado con ciertas expresiones, por eso cada vez que puedo traduzco.

Un abrazo fuerte Danielín
Arturo

3:30 a.m.  
Blogger M said...

Ignoro si fui yo el que dejó el comentario en inglés en el blog de Flavio...
Como sea. El inglés deviene traba innecesaria incluso para aprender otros idiomas... Pregunta a cualquier estudiante de alemán en los primeros semestres.

5:59 p.m.  
Blogger Imoq said...

¡Ya ando (sic) por aquí! :)

Es un gusto leerte, seguro que te seguiré tan atentamente como pueda.

Yo AMO mi lengua (y también mi idioma :P) y he tenido interminables discusiones con amigos al respecto.

Mi comentario chascarrillo y jodón: ¿no debiera ser "una fiesta de homosexuales" en lugar de "una fiesta gay"? Jejeje. No te creas.

¡Saludos! :D

11:00 a.m.  

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