9/16/2006

Discurso de un presidente realista y con sentido común la noche del 15 de septiembre de algún año feliz

Mexicanas y mexicanos:

Esta noche tendría que celebrar el rito anual que obliga la tradición a todo jefe de estado de nuestro país. Sin embargo, la actual situación que vivimos nos obliga a caminar en otro sentido.

Ustedes mismos no podrán negarlo: ¿cuál independencia celebraremos, si hoy más que nunca estamos sujetos a los poderes extranjeros y a los ambiciosos intereses de los empresarios, para quienes el pueblo es un medio que les aumenta sus ya de por sí exorbitantes cuentas bancarias?

En cada fiesta podemos celebrar y conmemorar. Cuando celebramos, sólo hacemos memoria de algo que ocurrió en el pasado y que nos produce un recuerdo significativo. Al conmemorar, actualizamos la memoria, hacemos presente aquello que marcó el pasado y que influye en el aquí y ahora.

En los tiempos modernos, los festejos de septiembre son celebraciones, no conmemoraciones, porque recordamos una fecha a través de un relato cuya historicidad ha quedado en duda a lo largo de los años. Pero no convertimos la independencia en algo presente, no conmemoramos, simplemente porque:

• la estabilidad de nuestra moneda está sujeta al dólar como su esclava;
• Washington dicta las política sociales y económicas que hemos de seguir si no queremos una invasión militar al estilo de las naciones árabes;
• nuestras expresiones culturales están subordinadas a las modas y a la jerga estadounidense, que nos restan identidad y nos mantienen enajenados con un estilo de vida que nunca podremos alcanzar;
• la democracia que estamos construyendo tiene que pasar por la aprobación norteamericana, que condena a todo gobierno que no sea neoliberal y derechista;
• gracias al Tratado de Libre Comercio con las naciones del Norte, tenemos que dejar entrar todo lo que nos quieran vender, pero no podemos exportar abiertamente nuestra producción ni vernos beneficiados en nuestra economía interna;
• la deuda extena se come en intereses miles de millones de pesos que podríamos emplear en obras sociales para nuestros compatriotas más desfavorecidos;
• toda ley que se aprueba en las cámaras legislativas debe favorecer a los empresarios e inversionistas extranjeros, porque de otra manera se veta y modifica;
• Estados Unidos nos ha obligado a crear la menor cantidad de empleos que podamos, con tal de estrechar las opciones laborales y obligar a millones de mexicanas y mexicanos a emigrar a ese país, que requiere hoy más que nunca de mano de obra barata para seguir progresando.

La historia actual nos obliga no a dar el grito de independencia, sino a escuchar el clamor de millones de compatriotas que sufren en muchos ámbitos la subordinación de nuestro país:

• El grito de la mujer con muchos hijos a quienes no puede mantener;
• el grito del joven que no puede realizarse profesionalmente por no contar con recursos suficientes, y que debe dedicarse a subempleos mal pagados o abandonar su patria para buscar un mejor futuro;
• el clamor de millones de ancianos abandonados a su suerte y a sus pobres fuerzas;
• el grito ignorado de millones de indígenas esclavizados en Chiapas, Oaxaca y demás estados;
• el reclamo de la sociedad amedrentada por los carteles del narcotráfico;
• el reclamo de los miles de niños abusados sexualmente en redes de comercio infantil protegidas por los gobiernos;
• el clamor de las mexicanas y mexicanos para quienes las instituciones de seguridad pública se han convertido en motivo de pánico;
• el grito de millones de mujeres maltratadas que no encuentran apoyo ni respaldo en las leyes;
• la voz alzada de las muchas poblaciones del Norte que ya no cuentan con el bien natural del agua, porque se ha ido a los centros de entretenimiento de los ricos o porque Estados Unidos la ha exigido como tributo.

Por todo lo anterior, queridos compatriotas, es que nuestra celebración de la independencia estará vacía y sin sentido hasta que no transformemos la realidad que debe sustentar dicha conmemoración. Porque el patrioterismo de septiembre en nada ayuda a reforzar nuestra dignidad de mexicanos.

Vayamos, pues, a nuestras casas a generar una realidad con la cual nos sintamos satisfechos, para que los silbatos, las matracas, los cohetes y las banderitas no suplan la responsabilidad de construir un país del que nos sintamos verdaderamente orgullosos.

1 Comments:

Blogger Ben said...

Así es... ¿cuál grito de independencia? Es terrible como aun estamo bajo el yugo de Estados Unidos, es terrible!! Y como se aplican las pol´piticas económicas dictadas por el FMI!!!
En efecto, resumiendo el grito de todos seria el Grito de la Patria Violada, violada tan ampliamente como pueda significar la palabra.

1:07 p.m.  

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